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Caucete, San Juan, Argentina
Ha publicado los libros de poesía Todos estamos solos (2002), Las Paredes y el Vacío (2005), Los Decepcionados (Editorial Poderosa Lectura, 2012), Vengo de donde lloran las rocas (Poderosa Lectura, 2018) y Desarmadero (El Andamio Ediciones, 2019).Ha trabajado como tallerista de lectura y escritura en los Centros de Actividades Juveniles, mediador de lectura en el proyecto educativo Bibliorodante para el Ministerio de Educación de San Juan. Los poemas, Soy una casa y Postal fueron incluidos en la Antología Federal de Poesía, Región Cuyo Andino (2016). Algunos poemas de Los Decepcionados fueron publicados en la Antología Binacional El Tunel 2.0 (2017). Los Decepcionados se presentó en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (2016) y en la Feria Internacional del Libro de La Habana. El cuento Hiviñas, fue adaptado para guion del cortometraje homónimo (1° Premio INCAATV, Festival de cortos Penca, 2016).

miércoles, 7 de diciembre de 2011

UNA MÁQUINA QUE MARTILLA CLAVOS


Me preguntaste
cómo me sentía

Te dije
estoy bien
Pero sabías que mentía

me mirabas a los ojos y me lo preguntabas
y yo te mentía

Me preguntaste luego
Cómo anda el amor

El amor no anda
ya te lo dije cien veces
nos embaucaron con eso
Y te lo dije en serio
Pero supongo que no quisiste entenderlo
Ahora sos una mujer con estabilidad emocional
que ya olvidó los tiempos
en que todos golpeaba a la puerta
sólo por un buen polvo

De todas maneras rescato tus preguntas
Seguro las hiciste porque suponías
que yo no me sentía bien
que deseaba sacarme la ropa
y el pellejo
no ser más un hombre
colgarme de algún árbol durante la madrugada
al costado de una ruta sin tráfico

Y ahora que pienso en mi pellejo
colgado de un árbol
ahora que pienso en mí
creo que hubiera preferido ser otra cosa
tener otra existencia
ser por ejemplo una máquina que martilla clavos
en la línea de montaje de algún aserradero
donde los árboles
murieron hace tiempo

Sabías bien que tuve épocas complicadas
Me viste crecer en una ciudad apática y opresiva
Se fueron amigos de mi barrio y del país
Anduve años buscando un horizonte
que el mundo quemó décadas atrás
Me fui y deambulé por ahí
Conocí bellas mujeres que cruzaron como saetas
por mi alma

Por eso
cuando me preguntaste
cómo te sentís
debería haber respondido

que me sentiría bien siendo una máquina que martilla clavos
en la línea de montaje de un aserradero
donde los árboles murieron
hace tiempo
y ya no tienen pulsaciones
y ya no vuelcan la savia
y ya no guardan la sombra de las hojas

Ser una máquina sin señales de vida
martillando
cosas sin vida.

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